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La carrera de arquitectura es una combinación desafiante de arte, ciencia y tecnología, ofreciendo una educación integral que abarca desde el diseño arquitectónico hasta la sostenibilidad.
A pesar de ser una de las carreras más apasionantes, es conocida por su alta demanda de dedicación, esfuerzo y sacrificio, incluyendo largas horas de trabajo, estudio intensivo y sobre todo, muchas noches sin dormir.
Más allá de las habilidades técnicas, estudiar arquitectura desarrolla la capacidad de pensar y comunicar proyectos de manera efectiva, una competencia clave para el éxito profesional en cualquier campo.
La carrera de arquitectura es seguramente una de las carreras más apasionantes en la que uno puede embarcarse. Sin embargo, oculta algunas dificultades y entresijos que debemos conocer antes de decidirnos. Tenemos que tener claro las implicaciones, requerimientos y el futuro que nos espera tanto durante la carrera como después de ella.
Puedo decir, por experiencia propia, que la carrera de arquitectura es tan desafiante como gratificante, preparando a los estudiantes para abordar problemáticas complejas con soluciones innovadoras y sostenibles. Es además una carrera muy apasionante, donde se tocan muchas ramas y aspectos de la vida.
Desde estudiar los cuadros de Caravaggio hasta calcular los centímetros que se mueve un rascacielos por el efecto del viento, los arquitectos están preparados para casi todo. La variedad de proyectos, tareas y ejercicios que se realizan te desarrollan en muchos aspectos de la vida y te ayudan a obtener muchas habilidades distintas: desde hacer maquetas con cartón piedra, dibujar con precisión los fundamentos de una torre, hasta llevar a cabo complejos cálculos matemáticos y estructurales.
La carrera de arquitectura es una muy larga, que puede durar entre 6 y 8 años aproximadamente. El Grado en Fundamentos de la Arquitectura tiene una duración mínima de 5 años y el Máster Habilitante una duración mínima de 1 año. Y aunque a priori puedan parecer 6 años, es realmente difícil acabar en ese tiempo. Te dejo por aquí algunos consejos para que puedas acabar lo antes posible: Cosas que tienes que saber antes de empezar la carrera de arquitectura.
Es, sin duda, de las carreras más duras y sacrificadas, donde los cafés y las noches sin dormir no brillarán por su ausencia.
Prepárate para repetir todos los planos del proyecto quinientas veces porque a tu tutor de proyectos no le gusta el grosor de línea que has elegido. Prepárate para gastarte cientos de euros en materiales para maquetas y dejarte la piel de los dedos porque se te ha quedado el pegado el superglue (también es que yo era bastante manazas y chapuza con las maquetas). Prepárate para estar pegado a la pantalla de tu portátil durante ocho horas al día hasta que tus ojos no puedan ver nada más. Prepárate para estudiar para los exámenes de física casi imposibles de aprobar, mientras tu cuarto está hecho un desastre lleno de láminas, pinturas y trozos de carboncillos.
A pesar de todo eso, en la carrera se aprenden tantas cosas interesantes, que si te apasiona el mundo de la arquitectura, supera con creces todo el sufrimiento anterior.
La carrera de Arquitectura es una mezcla de arte, ciencia y tecnología. Se centra en el estudio del diseño arquitectónico, la historia de la arquitectura, los métodos de construcción y los principios de sostenibilidad a través de una combinación de clases teóricas, talleres prácticos y proyectos de diseño.
También se aprende de paisajismo, urbanismo, diseño en general, arte, antropología, economía, derecho arquitectónico, diseño de interiores, estructuras, moda, materiales, matemáticas, física y miles de cosas más.
Es una carrera muy polifacética, donde aprendes desde calcular los redondos que van dentro de la zapata de hormigón hasta qué tipografía tienes que usar en cada tipo de documento para que quede bien. Te conviertes en un experto en ciencias que además se le da bien el diseño.
Durante la carrera, la asignatura más importante es la de Proyectos. Aunque tiene distintos nombres en las distintas facultades, es aquella asignatura que se repite todos los semestres y en la que desarrollas un proyecto propio, que es corregido por tus tutores de proyectos.
En la asignatura de Proyectos uno puede elegir con qué cátedra hacer el proyecto. Mirando ahora hacia atrás, durante los primeros años de carrera, no le di la importancia que me hubiera gustado. Elegí a los tutores más fáciles y tradicionales, donde era más fácil aprobar. Sin embargo, es muy importante elegir bien, ya que es donde se aprende casi todo lo importante.
Aunque la asignatura de proyectos es la más importante, recuerdo con mucho cariño las asignaturas de Historia del arte y Composición. En esas asignaturas te enseñan todo lo que tienes que saber para entender la evolución del arte, desde el románico y la Edad Media, pasando por el cubismo de Picasso -que influyó absolutamente todo los que nos rodea-, hasta la famosa pintura “Cuadro negro sobre fondo blanco” de Malevich que cambió junto al Dadaísmo la percepción que tenemos del arte en el mundo contemporáneo.
Sin embargo, para mí, lo más importante de la carrera de arquitectura es que te enseña a pensar y a comunicar. Parece simple e incluso estúpido, pero no lo es. Los arquitectos tienen la cabeza amueblada de otra manera. Es difícil de articular solamente con palabras, pero la carrera de arquitecto te enseña a plantear, organizar, diseñar y contar cualquier tipo de proyecto (no solo arquitectónico) de forma efectiva y estética al público objetivo. Esta habilidad, que a menudo pasa desapercibida, es de las más importantes que una persona puede tener y te abre un mundo de posibilidades que exploramos más a fondo en ¿Qué salidas tiene estudiar arquitectura?
La arquitectura es una carrera universitaria apasionante, vibrante, que te llena el alma y el espíritu, pero que consume todo tu tiempo y energía. Por otro lado, es una carrera universitaria que promete e ilusiona mucho, pero que muchas veces hace que te lleves un chasco al terminar: una vez entras en el mundo laboral, los grandes proyectos, las grandes ideas y los sueños de un mundo mejor, son sustituidos por líneas de AutoCAD, tablas de Excel y fines de semana trabajando sin descanso para entregar el proyecto para un concurso público de un nuevo polideportivo, que seguramente, acabe ganando alguien que no se lo merece.
A pesar de todo, y a paser de ser un sueño con trampa, si me preguntas si me arrepiento de haber estudiado arquitectura -pese a ya no trabajar de arquitecto-, la respuesta es: definitivamente no. Lo repetiría mil veces.